Una copa de vino y 36 minutos despues recordé tu partida, era tarde he intentaba sacudir el polvo atrapado en la alfombra que cubria el desván. Un eco incomodo se sintió en mi estómago, sospeche que el tiempo habia pasado
rápido mirando el rincón de tu recuerdo. La claridad era un montón de luciernagas dispersadas, inalcanzables que se iban en el momento en que percibía que estaban allí. El tiempo se pierde al igual que todo lo demás, entonces, prefiero pensar en que pierdo tiempo para no pensar en todo lo que perdí, por eso miro el reloj en cuenta regresiva.
Cada humano sobre la tierra tiene su tiempo y el mio está expirando, lo puedo calcular.
Todos van y vienen, yo me quedo, en este desván oscuro. Tu fantasma rebota de una pared a otra en la penumbra amenazándome e intimidándome, diciéndome que estoy perdida sin ti.
Una enfermedad muy grave atraviesa el tejado dejando una grieta, mi pulso se acelera y los números del reloj decienden a una velocidad equivalente a los metros que recorrimos por los segundos que estuvimos juntos.
Llegan los 10 últimos segundos para la sorpresa, todo desaparecerá y nada volverá a perderse, nada mientras el reloj marque 0000.00.00.00 y yo siga en el desván.
De verdad escribes muy bien karla, felicitaciones por tu trabajo y ojala escribas mas
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